Italia: el país occidental que envejece más rápido

PIACENZA, Italia – A un lado de una pared de cristal, tres niños de una guardería aplastan plastilina con rodillos de plástico. Al otro, tres ancianas de una residencia golpean el cristal para llamar su atención.

“Vamos a saludar a la nonni”, dijo la maestra de los niños antes de conducirlos a través de una puerta que comunicaba las dos salas.

Los niños se detuvieron a jugar con la lupa de una anciana de 89 años que la había estado utilizando para leer obituarios. Luego, los pequeños, todos de 2 años, subieron en ascensor, donde residentes de una residencia de ancianos los esperaban para leerles libros ilustrados en una pequeña biblioteca.

“Es algo extraordinario”, dice uno de los residentes, Giacomo Scaramuzza, de 100 años. “La gente cree que somos de dos mundos distintos, pero no es cierto. Estamos en el mismo mundo. Y quizá yo también les aporte algo. Hay un intercambio”.

Ancianos y niños juntos de Piacenza, un proyecto experimental en la región más reconocida del país por la educación infantil y el cuidado de ancianos, pretende conectar a los vulnerables en ambos extremos de la vida. Pero también pone bajo un mismo techo los dos retos existenciales de Italia.

La población italiana envejece y disminuye al ritmo más rápido de Occidente, obligando al país a adaptarse a una población de ancianos en auge que lo sitúa a la vanguardia de una tendencia demográfica mundial que los expertos denominan el “tsunami plateado”. Pero se enfrenta a un doble golpe demográfico, con una tasa de natalidad en drástico descenso que está entre las más bajas de Europa. La Primera Ministra, Giorgia Meloni, ha dicho que Italia está “destinada a desaparecer” a menos que cambie.

Este mes, el gobierno de Meloni ha aprobado un nuevo “Pacto para la Tercera Edad” que, según ella, sentará las bases de una reforma sanitaria y social para la creciente población de ancianos de Italia. “Representan el corazón de la sociedad y un patrimonio de valores, tradiciones y sabiduría preciosa”, dijo Meloni, añadiendo que la ley evitaría la marginación y el “aparcamiento” de ancianos en instituciones.

“Cuidar a los ancianos es cuidarnos a todos”, afirmó.

La reforma adoptó, según los expertos casi en su totalidad, una medida aprobada al final del anterior gobierno del Primer Ministro Mario Draghi. Y, lo que es más importante, siguió el ejemplo de Draghi al incluir la legislación en el programa del fondo de recuperación de la Unión Europea, lo que garantiza su promulgación.

“Es el reconocimiento de que los cuidados a lo largo de toda la vida son una política de bienestar”, dijo Cristiano Gori, que dirige el Pacto por un Nuevo Bienestar de las Personas Dependientes, la organización paraguas que defendió la ley.

La nueva ley, dijo, corregirá un sistema que es “un desastre”, racionalizando y simplificando la asistencia sanitaria y los servicios sociales del gobierno, y haciendo que el gobierno local y nacional ingresen en el campo cada vez más creciente de los cuidados de largo plazo. Al mismo tiempo, pretende mantener a los italianos mayores en sus propios hogares y fuera de las instituciones. Una innovación clave, dijo, depende de la financiación del gobierno de Meloni, pero daría a los italianos la posibilidad de elegir entre prestaciones de efectivo no condicionadas o mayores aportaciones que se destinarían a la asistencia pública.

“El principal problema es que no hay dinero”, dijo Gori. La esperanza, dijo, es que el gobierno de Meloni, que se vendió a los votantes como “familia, familia, familia”, haga del programa una prioridad real y lo financie. Pero sin más jóvenes que se incorporen a la población activa y coticen a los sistemas de pensiones y asistencia social, todo el sistema corre peligro.

Meloni, que en una ocasión se presentó a la alcaldía estando embarazada, es la primera mujer Primera Ministra de Italia, y a lo largo de su carrera ha hecho del aumento de la perenne baja tasa de natalidad del país y de la ayuda a las madres trabajadoras una prioridad.

Pero sus detractores afirman que su oposición a la inmigración -ha llegado a advertir contra la “sustitución étnica”- perjudica el crecimiento demográfico. Y el gobierno de Meloni, frenado por problemas burocráticos locales, ya ha retrasado un programa de construcción de nuevas guarderías financiado con 3.000 millones de euros -unos 3.300 millones de dólares- de fondos de recuperación de la UE.

Si Italia no se toma en serio lo de animar a las familias jóvenes y a las mujeres trabajadoras a tener hijos, “seguirá siendo y para siempre un país que envejece”, afirma Alessandro Rosina, destacado demógrafo italiano y autor de una “Historia demográfica de Italia”.

LEGGI ARTICOLO COMPLETO